Este post se ha leido 5401 veces!
Últimamente han salido al mercado infinidad de nuevas texturas de productos de cosmética. En estos momentos, hay tanta variedad dónde elegir que siempre podremos encontrar la textura que más nos guste y que a la vez sea adecuada al estado de la piel. El verano pasado estuve utilizando una hidratante tan fresquita que si hubiese probado ese producto en invierno me habría horrorizado.
¿Se te ha ocurrido pensar alguna vez que tus productos de belleza también necesitan un “cambio de armario”?
Como debido al COVID debemos pasar más tiempo en casa, podemos utilizarlo para ver en qué condiciones están nuestros productos de belleza. Empezar a escuchar a nuestra piel y darnos cuenta de si pide más hidratación (la calefacción en invierno reseca mucho la piel) o si esa máscara de pestañas que empezamos a utilizar más a menudo por tener más vídeo conferencias o ir más a menudo a la oficina, está reseca y se despega de las pestañas dejando la zona manchada o con restos.
Tal y como sucede con la ropa, también sería interesante adecuar nuestros productos de tratamiento facial a las necesidades de cada estación.
El cambio de armario de los productos de cosmética que normalmente utilizamos es sobre todo necesario para, por ejemplo, ver las caducidades:
Todos los productos, ya sean de maquillaje como los que utilizamos para el cuidado de la piel, tienen fechas de caducidad. Si utilizas productos demasiado antiguos pueden producir alteraciones en la piel no deseadas. Si bien, aunque eso no pasa al día siguiente de su caducidad, sí que debemos estar atentas.
Si cuando utilizas una base de maquillaje o crema, un día de repente, te huele diferente, su color ha variado o ves que el resultado ya no es igual que al principio, puede que sea el momento de deshacerte de ese producto y cambiarlo por uno nuevo.
Todos los tarros incluyen la fecha de caducidad, sólo debemos buscar el símbolo de un tarro abierto con un número. Ese número indica el número de meses (6M o 12M, por ejemplo) que puede utilizarse el producto sin problemas, una vez abierto.
En maquillaje sucede lo mismo. Busca el indicador de caducidad, pero si, por ejemplo, una máscara de pestañas comienza a manchar más de lo normal es hora de tirarla. Cuando un pintalabios, de repente, huele o sabe raro, es hora de tirarlo.
Los productos en crema se estropean antes que los productos en polvo. Los productos en polvo tienen unas caducidades muchísimo más largas, aun así, en cuanto se note cualquier diferencia, ya sea en consistencia o en pigmentación, es mejor deshacerse del producto.
El cambio de armario de la cosmética es también necesario para adecuar las texturas de los tratamientos faciales a las estaciones:
Por ejemplo, en invierno es más aconsejable utilizar las texturas más densas, ricas y pesadas. En verano esas texturas serán muy incómodas de llevar y seguro que nos salen granitos y/o comedones por el sudor y demás. A mí, por ejemplo, las texturas densas no me gustan en ninguna de las dos estaciones, pero sí que busco texturas más frescas para el verano.
Exacto, en verano siempre vamos a buscar texturas frescas, ligeras, que se fundan en la piel, textura gel, texturas líquidas, que se puedan meter en el frigorífico y nos aporten una ola de frescor al utilizarlas.
El cambio de armario de la cosmética es también necesario para adecuar la Protección UV sol y/o a las pantallas del pc o del móvil:
La correcta protección de la piel es de lo más importante para prevenir el envejecimiento prematuro, arrugas de expresión, manchas e incluso cáncer de piel. Y debido a que cada vez pasamos más horas delante del ordenador, móvil o televisión, debemos protegernos también de la famosa “luz azul” para que no afecte a nuestra piel causando melasmas o hiperpigmentación.
Así que sobre todo en verano vamos a utilizar unos protectores solares más intensos y a poder ser que no estén incluidos en los cosméticos de tratamiento para poder ir reactivando la protección, es decir, aplicar el protector solar tantas veces como sea necesario, a medida que avanza el día.
En cambio, en invierno debido a que los rayos del sol no inciden de la misma manera sobre la tierra, podremos utilizar cosméticos que lleven la protección incluida, sólo si estamos en ciudad. Debido a que no sudaremos tanto, no será tan necesario volver a aplicar la protección. Si bien, también hay que tener cuidado con el efecto espejo de la nieve, en esos casos sí es necesario tener el protector específico. Todo dependerá del clima de la ciudad dónde vivas.
El cambio de armario de la cosmética es también necesario para prestar atención al estado de nuestros utensilios de belleza:
Unas pinzas para las cejas que ya no atrapan bien el pelito, un rizador de pestañas que de repente te molesta cuando lo utilizas o unas brochas que sueltan pelito. Seguro que sacas las brochas de tu neceser y tienes una o dos con filamentos doblados o tienes una esponja de maquillaje que está cuarteada. Este tipo de cosas son las que debes evitar.
Todos los utensilios de belleza necesitan mantenimiento. Desde que comenzó la guerra contra el COVID, nos pasamos el día desinfectándonos las manos, la compra, los zapatos, la ropa… Y ¿? Limpiarlas un poco con un pañuelo de papel, y ¡ala! Al neceser de nuevo 😊
Mientras lo desinfectas todo a tu alrededor, aprovecha para hacerlo con tus brochas. Después de maquillarte es aconsejable que dejes tus brochas y pinceles limpitos para la siguiente vez. Una forma muy sencilla de limpiarlos es con una toallita desmaquilladora de ésas húmedas pasando el pincel en la dirección del pelo por encima de la toallita.
Cuando utilizas tus pinceles con texturas cremosas o aceitosas es mejor utilizar jabón. Puedes utilizar jabón de manos que no es muy abrasivo, pero si no sale tendrás que utilizar el lavavajillas de toda la vida 😊 Después pasas las brochas y pinceles por encima de un pañuelo de papel para que suelte el agua y los dejas secar tumbados para que no se deformen.
Yo personalmente suelo sumergir mis brochas en alcohol, de ese que ahora tenemos en grandes cantidades en casa, para desinfectarlas de vez en cuando. También hay productos específicos para brochas que limpian y desinfectan, pero eso lo dejo a vuestro criterio.
Y ya cuando tengas tu armario limpio y con las texturas correctas para la época del año en la que estás, puedes crear tu rincón para el día a día.
Por las mañanas vamos siempre a la carrera ¿Qué mejor que tengas ya preparados los productos que vas a necesitar sin tener que ponerte a rebuscar?
Por ejemplo:
Prepara dos botes con producto para la limpieza del rostro. Coloca uno en la ducha y otro al lado del lavabo. De esa forma no te dará tanta pereza limpiarte el rostro dos veces al día. Deja el bote de limpiadora que pones en el lavabo, junto con el tónico que estés utilizando.
Coloca los productos de tratamiento facial todos juntos: contorno, crema de día, crema de noche y el serum. Todos juntos pero que puedas diferenciar bien la crema de día de la de noche, para que no tengas casi ni que mirar a la hora de utilizarlas.
Pon en un neceser los productos de maquillaje para el día a día: base, sombras, brochas, esponja, máscara, etc. Obsérvate y date cuenta de los productos que más utilizas y déjalos juntos en el mismo sitio. Así por las mañanas sabes que ahí tienes todo lo que necesitas.
En un segundo neceser, coloca los productos que utilizas para un maquillaje más elaborado. Este será como el segundo paso. Es decir, empiezas con el primer neceser y dependiendo de lo que necesites ese día, pasas al segundo neceser o lo dejas ahí.
Yo me organizo con neceseres, entiendo que, si tienes un cuarto de baño con espacio, es más fácil tener compartimentos y organizadores que puedas colocar encima del mueble o encimera del lavabo, o incluso tocadores de maquillaje dónde lo tengas todo a mano. En esta web de comparativas puedes ver modelos y precios. Pero para las que no tenemos espacio, con los neceseres te apañarás muy bien. Incluso se pueden utilizar neceseres transparentes que pueden llegar a ser más útiles.
¿Qué te parece? ¿Harás el cambio de armario de tus cosméticos la próxima temporada?